Víctor Agustín Sequeiros
Al emprender el estudio de Horacio comprobamos la presencia recurrente de la muerte en su poesía, desde las sátiras juveniles hasta las bellísimas odas de madurez, con notables referencias a la inmortalidad y a la supervivencia del alma en el más allá. En este trabajo queremos mostrar cómo a partir del planteo inicialmente epicúreo de sus Epodos y Sátiras, su concepción sobre la muerte y la vida del alma separada va madurando paulatinamente en las Odas y Epístolas hasta llegar a una apertura a la trascendencia tanto más visible cuanto más se afianza su vena lírica sobre el pesimismo satírico. Otorgando preeminencia al poder de la virtus, el Horacio lírico y religioso plantea la posibilidad del cielo para el propio poeta y, por su intermedio, para el hombre virtuoso y digno de alabanza. Hasta aquí pudo llegar con su anhelo de inmortalidad. Dejaría este siglo en la Plenitud de los tiempos (Gal IV, 4), apenas ocho años antes de ver encarnado aquel Verbum Virtutis verdaderamente capaz de abrir el cielo al hombre que no merece morir ni ser olvidado. Horacio también Lo entrevió y por eso merece una gloria mayor que la que le concedió Dante, la de haber contribuido con su lira inspirada a preparar el mundo clásico para recibir la Vida Inmortal que pronto se le anunciaría desde el Areópago.